miércoles, 6 de agosto de 2008

Motivación para los que buscan el IRONMAN



Diario de Marino Orlandi

IRONMAN LANZAROTE 25 MAYO 2002
Son las tres de la mañana del sábado 25 de mayo. Aunque me he acostado a las 11:00 p.m., no sé muy bien si he dormido o no; sólo sé que tengo los ojos como platos y me falta una hora para levantarme como tenía previsto. Como puedo, paso el tiempo y suena por fin el despertador. Son las 4:00 a.m. y para mi “empieza el espectáculo”. Sólo pienso en positivo y hacia delante, hago mi gimnasia matutina. Me juegan malas pasadas los nervios cada cinco o seis minutos, con cosquilleos en la barriga y la garganta seca. Desayuno copioso que me prepara Marisa (no había dormido en toda la noche, cosas de ella...) y hago los últimos preparativos de casa; ya pocos, pues todo quedó listo el día anterior, aunque eso es otra historia; lo pasé peor el jueves y el viernes, que ahora por la mañana.

5:15 a.m., salimos para Puerto del Carmen, bien desayunado, hidratado y con un montón de energía acumulada.

El viaje hasta allí fue infernal, todo se me venía a la mente, pero al mismo tiempo, intentaba quitármelo y pensar en otra cosa, sobre todo en las canciones de la radio, que eran malas pero no importaba... No dije una sola palabra y creo que mi corazón estaba a mas de 140 pulsaciones, lo cual era bueno.

6:00 a.m. Entro por fin en el recinto y no dejan pasar a Marisa..., Es cuando me doy cuenta de que ya no hay marcha atrás, sólo pueden entrar los triatletas, por lo tanto es verdad, no estoy soñando, ya estoy aquí; lo primero, ir al baño. La cola era enorme, pero me espero con paciencia mientras sólo oigo conversaciones en diferentes idiomas, de uno que ya lo había hecho, de otro que le pasó esto y lo otro. Todos se desean suerte unos a otros (eso te pone mas nervioso, la suerte es para la lotería y yo necesito otra cosa...). Por fin llego y acto seguido paso al barracón para vestirme con el traje de agua, un último vistazo a la bicicleta para disimular los nervios, y comienza el ritual para la natación. Me concentro bien y sólo pienso en nadar, lo demás ya vendrá. Mucha vaselina en las axilas, en el cuello, en las ingles, por todos lados. Me enfundo el traje, me ayudan a abrocharlo por detrás y salgo para la playa.

Ya piso la arena y una adrenalina salida de la nada se apodera de mi y de mi corazón, solo se ven personas de negro con gorros rojos (los extranjeros) y blancos (los españoles), muchos delante de mi en esa arena, pienso en el tiempo que queda para la salida y se te hace eterno, la mente en blanco sin querer pensar nada. Cuando de repente suena una sirena como la de las fábricas, y una marabunda se empieza a mover hacia delante, hacia el mar y piensas pero ¿dónde van? No puede ser...!Ya empezamos!, y efectivamente, comienza la prueba. Andando te diriges hacia la orilla, limpias las gafas, te santiaguas y ... ¡!!Al agua!!!.

Al principio con mucho cuidado, intentas hacer un sitio para ti, pero te van empujando, dándote en los pies con las manos, en las manos con los pies, patadas en la cara y decides girar un poco y salirte hacia fuera aunque tengas que hacer algunos metros de mas. Una vez despejado levantas la cabeza para ver las boyas, pero no las ves, ni boyas ni nada, sólo gorros, mucha espuma y un pelotón delante de ti, piensas que si esos están ahí, es que vas por buen camino. Es mas cómodo mirar por debajo del agua, ver los pies de alguno y seguirlo, rezando para que no se desvíe y hagas el doble de metros. Coges un ritmo de respiración y tratas de mantener una técnica ya experimentada en la piscina durante todas las horas que has nadado antes.

Poco a poco se va viendo la primera boya amarilla, pero muy pequeña aunque tiene mas de dos metros de altura. Al llegar hay un pequeño embotellamiento y de nuevo tienes que pasar como puedes, aguantando algún codazo y alguna que otra patada, además de las tu das, claro... te da pena, pero no hay tiempo para pararse a pedir perdón, ni “sorry” ni nada.

Mientras nadas, miras el fondo a ver si ves algún pececillo y, cuando lo ves, te da un poco de envidia y te gustaría ser como él, aunque sea un lenguado...

Pronto se ve la arena y parece que llegas a la primera vuelta, ¡1.900 metros hechos!. Bueno, sales del agua, corres un poco por la alfombra que nos ponen y vuelves a empezar. Voy muy bien porque en un momento miro hacia atrás y veo que el agua todavía hierve, así que ¡hacia delante!. Sólo quedaba una vuelta y la natación pasaría a la historia. La segunda vuelta fui mas rápido, pude orientarme mejor con las boyas y seguir un camino previsto sin desviarme mucho porque ya no había tanta gente nadando a la vez.

Voy bien, estoy hasta contento y poco a poco pasan las boyas, se empieza a ver otra vez la arena y... ¡parece que voy a terminar!.Llego a la orilla y a correr, la alfombra de esparto viene bien y mientras subes por ella te vas quitando el traje de goma para pasar por las duchas y endulzarte un poco. Ahora toca secarse bien y vestirse de bici, tu cabeza ya no piensa en al agua y te repites una y otra vez que no has hecho nada, que estas tan fresco como al principio y que la carrera comienza ahora. ¡Vamos! La transición se hace muy larga, el traje no sale bien y la camiseta no entra, con paciencia me visto mientras unas niñas me embadurnan de crema para el sol, viene muy bien, y, por fin, estas vestido de ciclista, coges tu casco, las gafas y los guantes y corres a por tu bici. Te cuesta llegar pero llegas, la coges y sales corriendo sin montarte porque está prohibido hasta que se sale de la línea de meta. Ya estoy encima, total sólo me quedan 180 Kmts., una vueltecita a la isla... Pienso que no hay prisa, que hay que pedalear y que no me pueden doler las piernas por ahora, que tengo que dosificarme. En ese momento sólo tengo en la cabeza el recorrido, me lo sé muy bien, bueno, es toda la isla y, aunque por partes, ya lo hecho antes, así que no tiene por que haber problemas. Lo mejor es que en ese momento, al salir con la bici veo a Marisa y a Eduardo que me dan ánimos y me dicen lo bien que lo he hecho en el agua, me lo creo y salgo mas tranquilo pensando que detrás todavía hay mucha gente.

Los primeros kilómetros son suaves y, con un desarrollo adecuado, los voy haciendo sin pensar mucho, sólo en cada metro que voy dejando atrás. La carrera es larga y podría describir cada centímetro, pero se haría muy pesado, así que cuento lo mejor y lo peor. Lo mejor , la primera vez que veo a Marisa con Rocío en el coche y me dice que voy fenomenal y muy adelantado en la bici. Confío en lo que me dice y me da ánimo; fue adelantándome y parándose para verme pasar cada 20 ó 30 Kmts., eso estaba muy bien y me ayudaba a seguir para afrontar Los Valles , Las Nieves y el Mirador del Rio . Era el punto mas alto de la carrera y con la subida mas pronunciada. Llego entonces a la primera subida fuerte que es el paso por Parque Nacional de Timanfaya y la primera prueba para ver cómo iba en escalada. Voy bien, muy confiado, sin dolor y viendo una fila de ciclistas delante de mí al mismo ritmo. No podía ir mal y además me doy cuenta de que voy alcanzando a muchos y pasándolos. De repente me digo que no debo emocionarme, que queda mucho todavía y aflojo un poco. Veo a Pedro Gil que me anima justo al final de la primera subida, donde los camellos, otra vez creo lo que me dice,(que me lo creía todo vamos....), que voy con un buen crono.

Salimos para Tinajo, La Santa y Famara, Marisa me espera en varios puntos, a veces no me doy cuenta cuando me adelanta y luego la vuelvo a ver delante de mí animándome.

Después hacia la villa de Teguise y voy preparándome mentalmente para lo mas duro. Por otro lado sentía una excitación enorme al llegar a Los Valles y subirlos de una vez. Todos los entrenamientos han estado basados en esa subida y la había hecho muchas veces, pero nunca después de 100 Kmts. que eran los que llevaba en ese momento. Sin embargo, pasado Teguise, en la base de la montaña me parecía que la carrera empezaba ahora y ¡tanto había esperado este momento! Que iba disfrutando y, cuanto mas dura se hacía la subida, mejor me encontraba. Me pongo de pie y aguanto el ritmo, ahora sé que puedo llegar, el Mirador del Río estaba a la vuelta, faltaban mas de 20 Kmts. de subidas y bajadas todavía, pero yo lo veía cerca.

En la subida mas dura, la cuesta del parque Eólico con el viento en contra, me encuentro con unos amigos ingleses y con José Manuel Naranjo, un antiguo camarero del hotel, que me dan ánimos y les sorprende verme tan entero,(de nuevo me creo lo que me dicen, pero esta vez sí lo notaba), estaba feliz, estaba vivo, estaba en la carrera, ¡!!!Esto era el IRONMAN!!!.

Tenía que seguir con esa actitud, aunque las piernas ya empezaban a quejarse algo, la rodilla izquierda y el talón derecho empezaban a darme la lata, por lo que aflojo el ritmo, pues el Mirador, que estaba cerca, parecía que se lo habían llevado mas lejos...

Dos rampas fuertes quedaban ante mí, la de Guínate y la de Yé al Mirador, sólo dos y ya está. Luego bajada y viento a favor, parece que lo puedo conseguir (pensaba sólo en la bici, parecía que se me había olvidado el maratón).

Consigo subir Guinate donde adelanto a varios, pero de nuevo tengo que concentrarme para no emocionarme con los adelantamientos. Estaba visto que subía mejor que algunos. Vuelvo a mi ritmo y ya sólo me queda la cuesta de Yé hasta el Mirador, muy dura, pero un magnífico cuadro con la isla de La Graciosa y toda la costa a la vista. La miro un rato para desconectar pero sin muchas ganas de contemplar el paisaje. Por fin llego al Mirador del Río, donde un juez nos toma nota del número. Es la marca de los 120 Kms.¡¡Vamos!!, ya solo me quedan 60 Kmts. con el viento a favor y, por supuesto, ningún otro puerto fuerte. Cojo entonces la comida que me habían dado en Las Nieves y, para variar de los geles energéticos que fui tomando cada hora exacta de reloj, me tomé un higo seco y dos brownies de chocolate que me había hecho Ana, la mujer de Jürgen, el día antes. El resto de la carrera fue bien, ya iba mas concentrado en poder acabarla en condiciones porque cada vez pensaba mas en la maratón que me esperaba y aún quedaba bastante trayecto de bici, con algunas cuestas; era el momento de tomarlo con calma y no pensar que la carrera había terminado. Aunque parezca ridículo solo terminas cuando llegas y nunca antes, si lo piensas, estás perdido.

Sigue Marisa pasándome con el coche y en el Km 150 me lo recuerda, sólo me quedan 30 Kmts. Fueron bastante duros; Pero de pronto, después de una cuesta donde adelanto a otro ciclista y por lo visto fuerzo mas de la cuenta, dos tirones enormes en los abductores me agarrotan las piernas por los muslos y no puedo pedalear. Un millón de cosas se me vinieron a la cabeza, Marisa, el hotel, mi madre, mis amigos... Tendría que seguir viviendo sin haber terminado el Ironman.

Fue horroroso, pero ese pensamiento sólo duró una fracción de segundo. Gracias a Dios, tengo el título de Patrón de Yate y de Socorrismo Acuático que en ese momento recordé. La primera premisa en cualquier situación de emergencia es “NO PANIC”, tranquilidad y evaluación de la situación. Entonces me paré, solté la bici, y me puse a estirar, de cuclillas, primero una pierna y luego otra, ya no pensaba en nada, el dolor se estaba yendo y me encontraba mejor. Sólo ha sido un aviso para que no vaya tan rápido... Así que sigo esa máxima y con un desarrollo muy suave reinicio la marcha, deben quedar 20 ó 25 Kmts. y hay que conseguirlos. Vuelvo a ver a Marisa pero no le digo nada y sigo, es bajada, por lo que aprovecho para beber y tomar un líquido que tenía para evitar el ácido láctico que posiblemente fuese la causa del agarrotamiento.

Sabe muy mal, pero creo que fue efectivo.

Veo el letrero de 160, llegamos a Mancha Blanca y de nuevo para arriba; parecía que no llegaba nunca.....

Al llegar a la circunvalación nos dan un rodeo por la autovía y de nuevo tenemos el viento en contra, pero ya tenía que quedar poco, aunque estaba un poco desorientado en esa zona hasta que llego a la Avenida de las Playas y veo que ya hay gente corriendo. Por fin voy a bajarme de la bici, creo que mi trasero lo va a agradecer y mi espalda también....

Al llegar a la zona de transición veo el cartel que marcaba los ¡¡¡180 Kmts.!!!, ya me bajo de la bici y un voluntario la coge y se la lleva. Toca la transición para correr, primero tengo que ir al baño, tranquilo, no hay prisa; luego me siento, cojo mi bolsa y me quito los zapatos de bici, es como cuando te quitas unas botas de esquiar, una sensación estupenda, y ahora las zapatillas de correr, parece que flotas...

Mientras tanto me están poniendo otra vez crema para el sol en la espalda y es tal la cara de gusto que pongo, que la niña me dice que espere un segundo, que me va a dar un masaje rápido. Me levanto y oigo un clamor enorme y los gritos del público justo cuando estoy saliendo. Me cruzo con Peter Sandvang ,el ganador, con 8h 42’, que entraba en meta en ese momento. No me preocupa e incluso le aplaudo al pasar por su lado, pero enseguida me concentro para afrontar la parte mas dura de la carrera, la maratón. Tenía que hacer una primera vuelta para ver cómo me encontraba y esa era la técnica que pensaba emplear. Pensar en esa primera vuelta nada mas, 10 Kmts., ya los he hecho muchas veces, al acabarlos veremos que pasa.

Cuando llevo 5 Kmts. veo que puedo correr sin parar y decido hacerlo así toda la carrera, no quiero parar , ni andar y ni siquiera en los avituallamientos debo pararme para beber. Veo a César, mi entrenador de correr, y me dice que no coma nada, sólo el gel energético en cada vuelta y que tengo que beber agua en todos los avituallamientos y así lo hago.

Sigo entonces con ritmo pero noto un fuerte dolor en ambos costados al respirar, parece flato pero no lo es, como voy bien de piernas me concentro en respirar con buen ritmo y mover bien los brazos. Alcanzo una velocidad de unos 6` por Km., velocidad de marcha, pero parece que me va bien e intento no abandonarla nunca.

Hay gente animándome, veo de nuevo a Marisa pero la sensación de alegría ya no es como antes, incluso te molesta que te sigan o que te digan cualquier cosa. Todo el mundo te pregunta si vas bien.....!Vaya pregunta mas tonta ¡, ¡Pues claro que no, o qué te crees.....¡. Sólo Pedro y César me decían lo bien que iba, ellos no preguntaban, pero esta vez no me lo creí tanto, la verdad es que iba sufriendo....

Comienzo la tercera vuelta y la cosa empeora, no sé a qué recurrir, se me viene encima el muro de los 30; tengo que hacer algo, no puedo parar, ahora no, y no sé cómo, me parecía que estaba soñando, no podía ser, no podía estar tan cansado y no pararme, parecía que alguna fuerza divina, terrestre o lo que fuera tiraba de la visera de la gorra y me hacía avanzar paso a paso, con la respiración entrecortada y dando pequeños quejidos de dolor al final de cada exhalación. Era un sueño, o una pesadilla, pero no parecía real. Recurrí al sistema de no acabar la carrera hasta llegar a la meta como dije antes. Seguía en el IRONMAN, me quedaban dos vueltas y había una posibilidad mas que visible de acabar, podía acabar, sin haberme parado. Pensé que no podía estar mas cansado, era imposible y, si estaba igual de cansado que en la primera vuelta, las que quedaban también las podía hacer. Seguía y seguía cuando de pronto, Pedro me dijo que tenía fuerza y que lo iba a conseguir sobre las 13 horas, ese era mi tiempo. Aún me quedaba la última vuelta que suponía una hora más, pero... ¿había hecho ya 12 horas?, no era posible y si lo era, no podía pararme. La última vuelta fue estupenda, porque el cansancio era tal que no sentía nada y entonces supe que lo iba a conseguir sin haberme parado ni una sola vez.

Ya estoy a 200 mts. de la meta y por fin con el collar rojo de la última vuelta. Mis ojos ven el final, la meta, y la banda esperándome, es increíble. La sonrisa brota espontáneamente, sigo sin fuerzas pero puedo, a duras penas, porque llevaba los brazos con tirones, dar la mano a mucha gente del público mientras pasaba; los voluntarios con las banderas me saludaban como en la final de una carrera de motos, parecía exactamente que era el primero en llegar....

Es la sensación mas extraña, agradable y sui géneris que puede existir, llego a la meta ¡¡¡¡13h. 18’ 55’’!!!!. Me paro, saludo al director de carrera y me dice que detrás está mi mujer, me vuelvo para abrazarla y, con las piernas temblando, me pongo a llorar. Soy feliz, he acabado, no me lo creo... ¡¡¡¡Por fin soy un IRONMAN!!!!, ahora puedo seguir viviendo....

De ahí al suero, luego al masaje y una tiritona infernal me invade todo el cuerpo, con mucha fiebre, pero muy muy feliz.

Este ha sido el relato de un día inolvidable y que quedara para mi historia. Solo me queda dar las gracias.

Especialmente a Marisa, mi mujer, por aguantarme todos los entrenamientos, los malos humores, las quejas e incertidumbres antes del evento y por el magnífico seguimiento y apoyo durante toda la carrera que ha sido digno del mejor coche de apoyo profesional del Tour de Francia.

A mis hijos, Rocío y Marino por soportar todo el día y sentirse orgullosos de verdad de su padre. A mi madre, por la energía que me envió que tiraba de la visera de la gorra.

A mis dos entrenadores César y Miguel Ángel, sin ellos no hubiera tenido la base que hace falta para empezar.

A José Alberto, por todos los spaguetti que me ha preparado y por su apoyo y atención el día de la carrera, el me dijo que sabía que lo haría bien (no recuerdo si le creí o no en aquel momento).

A mis amigos Pedro Gil, Eduardo Alvarez y la familia Shelton que me fueron animando en muchos puntos del recorrido.

A Jürgen y Ana, por los brownies y por su apoyo.

A Isabel, que se llevó hasta a su novio y le hizo aguantar toda la carrera.

A Fernando Gazca (Doctor) que fue dando las ultimas noticias, mientras todos me esperaban.

Y, por supuesto, a la Virgen del Rocío, que estuvo toda la prueba conmigo y viajó en el cajetín de la bicicleta.

A todos muchas gracias y quien sabe.....

HASTA EL AÑO QUE VIENE

Marino Orlandi – Dorsal 649
Tiempo 13h 18´ 55´´ Puesto: 434 (de la General)


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